La permuta es, en esencia, un trueque: «Un contrato por el cual cada uno de los contratantes se obliga a dar una cosa para recibir otra». Así lo define el Código Civil en los artículos 1.538 y siguientes.
En los últimos años la demanda de permutas ha aumentado por las ventajas que representa en comparación con las compraventas tradicionales.
Una de ellas es que puede facilitar las operaciones, en particular en épocas de alta oferta de propiedades, cuando por lo general las ventas tardan más de lo habitual. También en épocas de poca liquidez de dinero, o para personas con dificultades para acceder a créditos hipotecarios, la permuta es una alternativa que puede resultar muy conveniente, ya que es un modo de cambiar de vivienda sin intercambiar apenas dinero.
No obstante, quizá la ventaja más importante de todas es que, en este tipo de transacciones, los inmuebles suelen tasarse a un precio menor que el de mercado (el límite inferior es el valor catastral de la propiedad). Como los impuestos y demás gastos se calculan en función de ese precio, los costos también son menores.
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